martes, 30 de abril de 2013

Día del idioma

Un 23 de abril... Ocurrió así
 "Abril, es el más cruel"
T.S. Elioth.
 
Danilo Barrón P.
Las muertes más famosas son las de Miguel de Cervantes Saavedra, William Shakespeare  y del Inca Garcilaso de la Vega, tres cumbres de las letras. Los tres murieron, salvo algunas diferencias horarias, el 23 de abril de 1616.
Abril es un mes de coincidencias, muertes y celebraciones. En abril han muerto escritores notables de nuestro país como César Vallejo, José Carlos Mariátegui, José María Eguren y Eleodoro Vargas Vicuña. Sin embargo, las muertes más famosas son las de Cervantes, Shakespeare y del Inca Garcilaso de la Vega. Otra coincidencia: los tres afirmaron con sus obras  el destino de dos lenguas: la castellana y la inglesa. Porque, ¿qué sería del castellano sin el Quijote o del inglés sin Romeo y Julieta o del castellano en América sin los Comentarios Reales? A partir de estas lecturas nacieron la novela y el ensayo contemporáneo.
Si bien los días coincidieron, pero los escenarios fueron distintos; Cervantes murió pobre  y enfermo, en su casa de Madrid, Shakespeare falleció cuando respiraba de cierta fama en una mansión que se construyó en Stratford upon-Avon, el mismo poblado que lo vio nacer en 1564. Y el Inca Garcilaso falleció en la ciudad de Córdova, España a los 77 años, (algunos señalan que fue el 24).
 
Los últimos días de los tres grandes
Cervantes
"Libre nací y en libertad me fundo", escribió alguna vez Miguel de Cervantes Saavedra, su vida estuvo marcado por la adversidad. Cervantes se autorretrató a tres años de su muerte: "Este que veis aquí de rostro aguileño, cabello castaño, frente lisa y desembarazada, de alegres ojos y de nariz corva; el cuerpo entre dos extremos, ni grande ni pequeño, la color viva,  antes  blanca que morena; algo cargada de espaldas, y no muy ligero de pies. Este, digo, que es el rostro del autor de "La Galatea" y de "Don Quijote de la Mancha", y de otras obras que andan por ahí descarriadas y quizás sin el nombre de su dueño, llámese comúnmente Miguel de Cervantes Saavedra. Fue soldado muchos años y cinco y medio cautivo, donde aprendió a tener paciencia en las adversidades. Perdió en la batalla de Lepanto la mano izquierda de un arcabuzazo, herida que, aunque parece fea, él la tiene por hermosa..." (Prólogo de la Novelas ejemplares, 1613).
“Mi vida se va acabando, al paso de las efemérides de mis pulsos.” Como su personaje máximo, el Quijote, Cervantes se fue del mundo cansado de tanto caminar y vivir, sin dejarse doblegar por los molinos de viento de la penuria y el desencanto.

Shakespeare
En un lapso de veinte años, Shakespeare escribió lo más importante de su producción como dramaturgo. El autor de Romeo y Julieta, Hamlet, El rey Lear, La tempestad, ganó fama y dinero con su compañía teatral. Murió en su pueblo natal, Straford-upon-Avon, donde construyó una mansión que llamó New Place, allí vio cada mañana el adusto rostro de su mujer, nueve años mayor que él. Murió a los 52 años, cuando todavía mantenía un buen ánimo y un espíritu jovial.

 El Inca Garcilaso
En los últimos siete años de su vida, nuestro cronista, el Inca Garcilaso de la Vega, escribió lo más importante de su obra. En 1588, Garcilaso se trasladó hacia Córdova, luego de la muerte de su tío Alonso de Vargas, quien lo acogió como hijo en España. En 1590 empezó a escribir "La florida del Inca”. Escrita a manera de un libro de caballería, narra las peripecias de la expedición de Hernando de Soto por los encabricados caminos incas. La muerte lo sorprendió a poco de terminar la segunda parte de su obra mayor: "Comentarios Reales".

lunes, 23 de mayo de 2011

Bodas de Oro del Colegio Nacional Mixto Mariscal Luzuriaga

Lima, 23 de mayo de 2011.

Señor:

Julio César Clemente Vargas

Director del Colegio Nacional Mixto Mariscal Luzuriaga

Piscobamba:

A través de la presente, saludo a todo el personal directivo, docente, administrativo y alumnado en general del glorioso colegio “Mariscal Luzuriaga”, así como a todos los ex alumnos.
Les deseo a todos ustedes, felicidades por las estas celebraciones de sus Bodas de Oro.
A pesar de no haber concluido mi secundaria en ese colegio, por motivos personales, siento un gran cariño y nostalgia, especialmente, por mis épocas infantiles.
De niño crucé ríos, pequeñas vertientes nacidas en las cumbres de Cachipampa, y llegué más lejos hasta las fronteras del Yanamayo que me alejarían por muchos años de Piscobamba.
A partir de esta experiencia, quiero invocar a todos los estudiantes a caminar sin descanso y avanzar cada día en la búsqueda de un ideal, conquistar la justicia, paz y dignidad para todos los hombres y así dar prestigio a su institución.
Quiero despedirme de ustedes, para que el amanecer no esté lejos y sus anhelos puedan erigirse como una linterna llena de conocimiento y de sabiduría.
En el crepúsculo del recuerdo, cuando regrese, me sentaré una vez más en las carpetas para escuchar el viejo campanario de horas de recreo y salida y recitar los recuerdos más profundos que se desvanecieron en el tiempo.

Danilo Barrón Pastor

Periodista y profesor de Literatura
Docente de las Universidades: Federico Villarreal, Jaime Bausate y Mesa y de la Universidad Nacional del Callao.

martes, 19 de octubre de 2010

IV Recital Poético Danilo Barrón Pastor 2010




Se desarrollará el 25 de octubre de 2010 con la participación de las Instituciones Educativas de la UGEL de Mariscal Luzuriaga en Ancash.

jueves, 19 de noviembre de 2009

Reencuentro Quinto-E Guadalupe 85



Habían transcurrido veinticuatro años, un grupo de estudiantes abandonaban las aulas de uno de los colegios más importantes de nuestro país, El primer colegio nacional Nuestra Señora de Guadalupe. Cincuenta y ocho estudiantes del aula del quinto “E” egresaban: llenos de ilusiones, muchas promesas, sueños y proyectos que cumplir.
La necesidad del reencuentro palpitaba en nuestros corazones; una tarde cuando aún no finalizaba la primavera, las llamadas por teléfono, los mail, las visitas a domicilio. La búsqueda de cada uno de nosotros corría a cargo de Pocho, Juan Rojas.
Al leer mi correo, la noticia de haber localizado hasta la fecha 24, corrían mediados de octubre, conmigo 25 era mi respuesta, uno se encontraba en Ayacucho, dos en Nueva York y otros más sin localizar. Juan llegó a ubicar a cerca de 40 compañeros con teléfonos, direcciones y correos.
Se acercaba el día del reencuentro fijado para el 14 de noviembre, 10 de la mañana. Lugar nuestro glorioso colegio Guadalupe. Unos días antes, los preparativos, la larga espera de los segundos y minutos, horas interminables esperando el día ansiado.
El teléfono, las previas conversaciones con Galindo, Guerra, Veliz, Rojas, el compromiso de estar presentes ese día, era la cita del año. Todos habíamos cambiado, la curiosidad nos embargaba, si aún éramos los mismos adolescentes de mediados de los ochenta, ahora, a la mitad del camino de nuestras vidas no sabíamos cuál iba a ser nuestra reacción.
En las emisoras cantaba Juan Gabriel, Querida; y en las discotecas bailábamos al ritmo de footloose, Thiller y Los prisioneros, dejábamos el colegio, el uniforme, las palomilladas, nuevos retos iniciábamos.
Más de uno no durmió la noche anterior, me levanté a las cinco de la mañana con la esperanza que las horas transcurrieran más de prisa, los segundos eran interminables; parecía mi primera cita, la emoción sacudía mis nervios.
Pocho, era uno de los primeros en llegar, el portátil danzaba en sus manos, 10 de mañana solo tres, Galarreta, Pacheco y Rojas. Mientras transcurrían los segundos interminables, uno a uno fuimos llegando, todos habíamos esperado aquel día, nuevos rostros, algunos no habíamos cambiado mucho, la misma cara, pero con más arrugas, menos cabellos y unos kilos de más. Las bromas, las anécdotas, la felicidad de estar nuevamente en el colegio, a más de uno las lágrimas sacudieron nuestras almas, era la hora del reconocimiento.
Éramos veinte hacia el mediodía, la esperanza de concentrar a la mayor cantidad posible de nuestros compañeros no estaba lejos, al final 31 presentes, uno por medio del celular seguía lo que acontecía desde Nueva York.
La emoción, las bromas, los recuerdos circulaban por cada uno de nosotros. No había visto rostros más felices en mi vida, nuestros corazones palpitaban al ritmo de la marcha y el himno guadalupano.
Todos nos confundimos, no nos importaba, ni las horas que pasaban. Los abrazos, los proyectos de volvernos a encontrar se repetían. El compromiso de festejar el mejor aniversario de bodas de plata celebrado en nuestro colegio era nuestro mayor deseo. A la hora de la presentación de cada uno de nosotros, las sorpresas: casados, hijos, alguien dijo tener dos compromisos, hijos reconocidos y por reconocer, abuelos; bueno cada uno de nosotros había construido su vida de acuerdo a sus proyectos, con más éxitos que fracasos.
Habíamos logrado construir, una vida con realizaciones, médicos, ingenieros, psicólogos, catedráticos, empresarios, contadores, etc., etc…
Aquellos que no hablaban, ahora sus voces resonaban; la cerveza circuló como nunca por nuestras venas, tanta emoción, nos sentíamos adolescentes. Uno a uno fueron despidiéndose, las promesas de nuevos reencuentros se repetían en cada momento…
Tanta emoción inundó nuestros rostros, Estrada venía desde Ayacucho con el único objetivo de confundirse con nosotros; Galarreta, hacia lo mismo desde Trujillo, Guerra dejaba pendiente su trabajo y la emoción de su rostro bailó entre nosotros.
Algunos todavía no nos despertábamos del sueño, nerviosos y tartamudeando manifestaban sus alegrías. Cuanto más avanzaba el día, el licor y los recuerdos nos confundió para siempre.
Había llevado una de mis publicaciones para testimoniar mi agradecimiento a la buena iniciativa de Juan Rojas, promotor del reencuentro.
Y a la hora final, el latido de nuestros corazones palpitaba al ritmo del galope de potro salvaje, saltando y cantando nuestra marcha guadalupana nos despedíamos hasta un próximo reencuentro.